Vista panorámica del universo desde el interior de mi mente.
A simple vista, el espacio es transparente, invisible: vemos las cosas, las personas, los objetos, pero no el espacio. Percibir el espacio supone todo un proceso de abstracción. Ciertamente, esa idea abstracta del espacio sólo puede sostenerse en el marco de una reflexión cosmológica, y hacerse aprehensible a través de un tipo de razonamiento eminente numérico y formal, el de las matemáticas, el de la geometría. Pero, precisamente por carecer de «figura», de forma, el espacio actúa categorialmente como el marco conceptual de posibilidad para poder distinguir y delimitar toda forma o figura. La abstracción acentúa las formas, alejándolas de la imitación fiel o verosímil de lo natural; rechaza cualquier forma de copia de cualquier modelo exterior a la conciencia del artista. El arte se abre a un proceso de generación de universos autónomos, con su tiempo y espacio propios, integrados, en ruptura con la experiencia cotidiana, o con los usos prácticos de la tecnología. Sin embargo la mente proyecta de una u otra forma imágenes, sueños, formas desconocidas de nuestro entorno vivencial, pero existe en forma de energía y pertenece a este mismo cosmos que todos compartimos como seres de materia, energía y pensamiento infinito. Mi obra plástica propone en su forma abstracta o desconocida, una Mímesis de la imagen cósmica universal proyectada en mi mente.
Mímesis cósmica
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